miércoles, 8 de junio de 2016

El deseo de conseguir un sueño también puede estresarnos





Hay una frase de un libro que leí, que decia que si deseabas algo con mucha intensidad, al final lo conseguías.
Eso de entrada no es del todo cierto, no solo el deseo hace que se cumplan nuestros sueños. Es verdad que el deseo de conseguir algo, es un primer paso hacia él, pero hace falta mucho más que eso y en cualquier caso, eso también hay que gestionarlo adecuadamente.

En el libro del Mapa del Tesoro de Alex Rovira y Francesc Miralles, nos dicen que para conseguir un sueño, no basta en desearlo....HAY QUE ACTUAR! y eso es sin lugar a dudas, lo que te lleva a conseguirlo.

Sin embargo, yo diría o añadiría a esto, algo más.....para conseguir nuestros sueños con éxito, hay que proyectarlos con nuestro pensamiento, llevarlo a la acción y algo muy importante también....hacerlo con empeño y realismo pero sin obsesión.

Un deseo o un sueño puede ser muy tortuoso si se convierte en el paradigma de nuestra vida hasta tal punto que dejemos de vivir otras cosas también muy positivas y a la que debemos prestar atención. Añadir presión, ansiedad y estrés para lograr un objetivo, no es la mejor forma de llegar a él. Hay que ponerle pasión, implicación y determinación, pero no un estrés desmedido que dejemos de "ocuparnos" de él y pasemos a "preocuparnos" por él.

Un reto o proyecto tiene tres componentes sinérgicos que lo hacen posible: Un pensamiento y una visualización que nos proyecta al objetivo, un pensamiento táctico para diseñar un plan para desarrollarlo y una "acción" que nos dirija hacia él.

Todas son necesarias para empezar a diseñar nuestro objetivo, pero qué pasa si esos pensamientos nos llevan hacia un camino de estrés desmedido y un exceso de ansiedad?.....pues en realidad no ocurre nada si somos capaces de controlar esos condicionantes dentro de una medida saludable tanto física, como emocionalmente.

La ansiedad es un proceso natural que nos alerta y nos dice que tengamos precaución y prudencia, pero esa alarma puede crearnos algo más que prudencia y pasemos de esa prudencia al "miedo" escénico, miedo a no conseguirlo y miedo a equivocarnos. Alguien dijo que "el miedo es la prudencia andando de puntillas" y hay una linea de separación muy fina entre una conducta y otra.

Ir a por un objetivo con miedo, nos quita muchas posibilidades para superar con éxito nuestro reto y solo nos añade estrés e inseguridad que puede desembocar en problemas de salud y pérdida de efectividad.

Por tanto hay que crear unas tácticas que deben ser una especie de manual que deberíamos seguir y proyectar en nuestra planificación de un reto:


Ponerse metas claras y alcanzables

La búsqueda de la perfección puede ser el camino del fracaso y la frustración. Si los retos que nos planteamos son inalcanzables, no lograremos avanzar hacia las metas que nos pongamos. En cambio, si uno va marcándose pequeñas metas hacia culminar en un objetivo mayor será más fácil motivarnos e ir progresando poco a poco. Realizar acciones concretas, hacer un calendario con fechas y objetivos a corto, medio y largo plazo puede ser de gran ayuda. La adecuada planificación y la claridad de las metas son dos de los pilares básicos para alcanzar el éxito, por lo que es necesario estar muy seguro y haber reflexionado lo suficiente antes de emprender un reto.

Para una correcta planificación es imprescindible aceptar el actual estado de las cosas, pero siempre en el contexto de la actual situación socio-económica. Esto supone que no se debe negar la realidad, pero tampoco idealizarla.


Establecer prioridades

Una vez que se tengas claras todas las preferencias vitales, ya sean económicas, de crecimiento personal o físicas, es preciso establecer un orden de prioridades. A la hora de alcanzar el éxito, “menos es más” y será más productivo ir objetivo por objetivo, hasta alcanzarlo, que abarcar todos a la vez y acabar el año sin haber conseguido ninguno. La serenidad es una de las claves para que la motivación no decaiga. Por ello debemos tomarnos los procesos con calma, ya que requieren tiempo y esfuerzo.

Flexibilidad

Obsesionarse con una meta puede ser peligroso y provoca que tropecemos siempre en la misma piedra. Hay que marcarse una táctica hacia el objetivo, pero no debemso cerrarnos en un solo camino y debemos contemplar más opciones tácticas o simplemente no abandonar si la táctica inicial nos falla...hay que buscar alternativas. Por tanto, deberemos ir probando diferentes fórmulas para mejorar y evitar posibles errores que nos ayuden a pulir la estrategia que mejor se adapte a nosotros mismos y a nuestras metas particulares.

Comenzar por desechar los malos hábitos

Adquirir buenos hábitos es la clave, primero hemos de cambiar los malos hábitos. Esta premisa advierte de que los peores enemigos que nos encontraremos en el camino de la búsqueda del éxito somos nosotros mismos.

El crecimiento personal implica comenzar a hacer las cosas de diferente manera y por esto debemos apasionarnos al pensar en el cambio. Tenemos que potenciar las emociones positivas, celebrando y destacando los pequeños logros que vayamos alcanzando, lo cual nos dará fuerza para seguir adelante.

Confiar en uno mismo
Enlazando con la estrategia anterior, para cambiar de hábitos y mantenernos motivados lo primero y más fundamental es confiar en uno mismo. Esta actitud nos servirá de protección para sortear los malos momentos y salir indemnes de los golpes bajos. La confianza es una barrera contra los temores y miedos al fracaso, por lo que es una compañera indispensable para alcanzar cualquier meta que nos propongamos.

Proactividad

Ser proactivo y tener claros los objetivos en la vida son dos cuestiones que deben ir de la mano. Tomar el control de nuestras vidas y hacer todo lo posible para cambiar o mejorar. Llevar siempre la iniciativa para que la realidad no nos sobrepase y asumir responsabilidades para hacer que las cosas sucedan son dos virtudes necesarias para alcanzar el éxito. Además, la proactividad nos permite improvisar cuando surjan dificultades para salir airosos de los problemas que se nos presenten.

Buscar ayuda cuando sea necesario
 Aunque no lo parezca, saber cuándo y a quién pedir consejo, sobre todo en los momentos de mayores dificultades, puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. No nos debe saber mal ni debe anteponerse nuestro ego a la hora de pedir ayuda.












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