miércoles, 16 de septiembre de 2015

Nadar hasta morir

de Oliver Sacks 
Recogido de la web http://www.nexos.com.mx/?p=8456


Autor de algunos libros clave en las investigaciones neurocientíficas y psicológicas de las últimas décadas, Oliver Sacks hace aquí una apología de la alegre ingravidez del nadador.

Todos fuimos bebés de agua, los cuatro. Mi padre, quien fue campeón de natación -en tres años seguidos ganó la carrera de 15 millas de la Isla de Wight- y adoraba nadar más que cualquier otra cosa, nos puso a todos en contacto con el agua antes de cumplir una semana. La natación es instintiva a esa temprana edad, así que, para bien o para mal, nunca “aprendimos” a nadar.
Me acordé de esto muy recientemente, en una visita que hice a las Islas Carolina, en la Micronesia, en donde vi niños, que apenas gateaban, zambulléndose en las lagunas y nadando casi siempre “de perrito”. Allá todo mundo nada, nadie es “incapaz” de nadar y las habilidades de los nativos en este sentido son sorprendentes. Magallanes y otros navegantes que llegaron a la Micronesia en el siglo XVI se mostraron asombrados ante estas habilidades, y viendo a los nativos nadar y zambullirse de ola en ola, no pudieron sino compararlos con delfines. Los niños, en particular, se sentían tan en su medio en el agua que parecían, en palabras de un explorador, “mucho más peces que seres humanos”. (Fue precisamente de las islas del Pacífico que, apenas en este siglo, los occidentales aprendimos el nado de crol, un hermoso y poderoso estilo de braceo que los habitantes de esas islas ya habían perfeccionado -un estilo mucho mejor adaptado a la forma humana que el estilo de rana que se practicaba hasta entonces.)
Por lo que a mí se refiere, no me acuerdo que me enseñaran a nadar; yo creo que aprendí nadando con mi padre —aunque sus lentas, medidas y poderosas brazadas (era un hombre muy robusto que pesaba casi 250 libras) no eran precisamente aptas para un niño de mi edad—. Pero yo podía ver cómo mi viejo, enorme y torpe en la tierra, se transformaba —gracioso como una marsopa— tan pronto se sumergía en el agua. Y yo, demasiado consciente, nervioso y también algo torpe, muy pronto descubrí esa misma placentera transformación: un nuevo ser, una nueva manera de ser en el agua. Tengo un muy vivo recuerdo de mí en unas vacaciones que pasamos a la orilla del mar en Inglaterra, un mes después de mi quinto cumpleaños. Voy corriendo a la recámara de mis padres y me tiro sobre la enorme figura de mi padre. “Vamos, papá”, le digo. “Vamos a nadar”. El se voltea con lentitud, abre un ojo y me dice: “¿Cómo te atreves a levantar a un hombre de 43 años a las seis de la mañana?”. Ahora que mi padre está muerto y yo soy un hombre de 63 años, este recuerdo de hace mucho tiempo me asalta y me dan ganas de reir y de llorar al mismo tiempo.
La adolescencia fue una época mala. Desarrollé una extraña enfermedad de la piel: Erythema annulare centrifugum, dijo un especialista; Erythema gyratum perstans, dijo otro —palabras finas, vibrantes, pomposas, pero ninguno de los dos pudo hacer nada, y yo sufría, cubierto como estaba por una multitud de heridas exudantes—. Me veía, o por lo menos me sentía, como leproso y no me atrevía a pasearme con el cuerpo al aire por una playa o una alberca, y sólo a veces, si corría con suerte, me encontraba con algún remoto lago.
En Oxford, la piel se me aclaró y la sensación de alivio fue tan intensa que quería nadar desnudo, sentir el agua tocando cada parte de mi cuerpo sin molestia alguna. En ocasiones iba a nadar al amanecer a Parsons’ Pleasure, un recodo del Cherwell que había funcionado como reserva para nudistas desde finales del siglo XVII o antes y que frecuentaban los fantasmas de Swinburne y Clough. En las tardes de verano me iba a remar por el río, buscaba un lugar apartado para atracar y nadaba perezosamente el resto del día. En ocasiones me iba por las noches a correr por los caminos de sirga del Isis, más allá de Iffley Lock, lejos de los límites de la ciudad. Me zambullía y nadaba en el río hasta fluir con él, convertidos en uno solo.
Nadar se volvió una pasión dominante en Oxford y después de esto no hubo vuelta atrás. Cuando regresé a Nueva York, a mediados de los sesentas, empecé a nadar en la Playa Orchard, en el Bronx, y en ocasiones hacía el circuito de la Isla de la Ciudad -un trayecto que me tomaba varias horas-. De hecho fue así como me topé con la casa en la que ahora vivo. Me había parado a la mitad del trayecto en un encantador mirador a la orilla del agua. Me salí y me dirigí a la calle. Vi una pequeña casa roja en venta, que me mostraron, todavía escurriendo agua, sus confundidos dueños. Caminé hasta la oficina de bienes raíces y convencí a la agente de mi interés (no estaba acostumbrada a tratar con clientes en traje de baño). Me volví a meter al agua por el otro lado de la isla y nadé de regreso a Orchard después de haber adquirido una casa a la mitad de una excursión a nado.
Una de las cosas que más disfrutaba era nadar en los lagos, y en ocasiones rentaba un cuarto en un viejo y dilapidado hotel en el Lago Jefferson, al norte de Nueva York -un lago pequeño (cinco acres) y no muy profundo en donde nadie esquiaba ni usaba botes de motor, y en donde podía nadar sin ningún peligro, en un reino sin fronteras o tiempo-. Muchos de mis fines de semana más felices los pasé nadando en este pequeño lago -también muchos de mis fines de semana más productivos, porque hay algo en estar en el agua y nadar que altera mi humor y pone en funcionamiento mis pensamientos como ninguna otra cosa-. Mientras nadaba de un lado a otro o alrededor del Lago Jefferson se construían teorías e historias. Oraciones y párrafos enteros se escribían en mi mente, y en ocasiones tenía que salir a tierra a descargarlos. La mayor parte de Una pierna para pararse fue escrita de esta manera, los párrafos formándose durante largas sesiones de nado en el Jefferson y descargados cada media hora más o menos, goteando agua sobre el papel: -mi editor se mostraba perplejo ante las manchas de agua y la tinta corrida de los manuscritos, e insistía en que los pasara a máquina.
De abril a noviembre acostumbraba nadar a la intemperie -era más osado entonces-, pero en el invierno nadaba en la “Y”. En 1976-77 fui “El Mejor Nadador de Distancia” de la “Y” de Mount Vernon, en Westchester. Nadé quinientos largos, seis millas, y hubiera podido seguir, pero los jueces se dieron por vencidos: “¡Suficiente! Váyase a casa”. Uno podría pensar que nadar quinientos largos resulta monótono, aburrido, pero nunca me lo pareció. Nadar me producía un gozo enorme, una sensación de bienestar tan extrema que en ocasiones se convertía en una especie de éxtasis. Había un compromiso total con el acto de nadar, con cada brazada, y al mismo tiempo la mente podía flotar libremente, fascinarse en un tipo de trance. Nunca conocí algo tan poderoso, tan sanamente estimulante -y estaba enviciado, todavía lo estoy, y me irrito cuando no puedo nadar.
Duns Scoto, en el siglo XIII, habló del condelectari sibi, la voluntad que encuentra deleite en su propio ejercicio. Mihaly Csikszent-mihalyi, en nuestro tiempo, habla del “flujo”. Hay cierta corrección esencial en el nadar, así como en todas las actividades que fluyen y de carácter musical. Y está además el asombro de la flotación, estar suspendido en ese medio espeso y transparente que nos soporta y nos abraza. Uno puede moverse en el agua y jugar con ella de una manera que no tiene analogía en el aire. Uno puede explorar su dinámica, su flujo, mover las manos como hélices o dirigirlas como pequeños pedales, convertirse en un pequeño hidroplano o en un submarino, o investigar la física del flujo en el cuerpo.
Y más allá de esto está el simbolismo de la natación -sus resonancias imaginativas, sus potenciales míticos.
Mi padre llamaba a la natación “el elíxir de la vida”. Era un hecho que para él lo era: nadó todos los días hasta los 94 años, bajando un poco el ritmo con la edad. Yo espero poder hacer lo mismo y nadar hasta morir.

Oliver Sacks
Científico. Es autor de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero y Despertares.
Traducción de Octavio Gómez Dantés

martes, 15 de septiembre de 2015

Desmontando el “timing”...desmontando mitos de la alimentación para deportistas

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Aporte de Hsnstore  :http://blog.hsnstore.com/desmontando-el-timing-parte/

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Los seguidores de esta corriente se basan en tres teorías para justificarla:
  1. Estar más de 3 horas sin comer hace que tu cuerpo entre en un modo almacenamiento de grasa al no tener nutrientes disponibles
  2. Hacer más comidas aumenta el gasto por parte de nuestro organismo para digerir los alimentos y por lo tanto a final del día habrás perdido más grasa
  3. Ingerir grandes cantidades de macronutrientes  en pocas comidas hace que el cuerpo no las asimile bien o que incluso no puedan absorberla
Para disgusto o para fortuna de muchos, ninguna de las 3 teorías son ciertas(1,2,3). No obstante, a lo largo de este artículo veremos como el “poder catabólico” a nivel muscular no es un problema serio.
En un primer momento podemos pensar que estar varias horas sin comer (sin necesidad de entrar en ayuno) puede ocasionar estrés, elevación del cortisol, pérdida del tejido muscular, aumento del hambre, disminución de la tasa metabólica y un largo etcétera. Es cierto que esta cantidad de procesos se puede dar en nuestro cuerpo, de hecho, algunos de ellos son normales y cotidianos, sin embargo, para hablar de peligro muscular necesitaríamos hablar de días sin probar bocado y nunca de horas. Nuestro organismo no responde de forma tán rápida a estos estímulos, es decir, nuestro cuerpo puede perder musculatura por un déficit excesivo, pero este proceso no se daría en menos de 24h. Ejemplo de ello podemos observarlo en el siguiente gráfico en el que observamos que las primeras 24h de ayuno se da lugar una elevada pérdida de agua y carbohidratos (debido a la depleción de glucógeno y como consecuencia de ello a la pérdida de agua almacenada), una parte de grasa y otra parte de proteína (aprox.50g).
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Es decir, 24h de ayuno completo se podría perder unos 50g de proteína que no necesariamente deben ser de nuestra musculatura, sino del hígado y tejido visceral, que como muestra la bibliografía llega a aportar un 40% mientras que el tejido muscular disminuye ligeramente (Swick y Benevenga 1977), esto concuerda con la teoría de LeanGains de M.Berkhan:
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Martin afirma que el catabolismo muscular se produce a las 40 horas, algo con lo que concuerdo y que incluso me gustaría ampliar en mayor medida.
De forma general, nuestro cuerpo intenta perder la menor cantidad posible de proteínas a medida que avanzan las horas sin comer. Reflejo de esto, es que a medida que entramos en ayuno la cantidad de nitrogeno excretado (marcador que nos dice cuanta proteína perdemos) disminuye, llegando a excretarse 3-7g de nitrogeno/día cuando una persona normal pierde de 12 a 16g.
Junto a esta mayor retención de nitrogeno en ayunas, también se observa niveles más bajos de miostatina (proteína que limita el crecimiento muscular)(4).
Sin embargo, a pesar de ver que estar varias horas sin ingerir proteína NO da lugar a una pérdida muscular, en personas deportistas entra un factor de por medio: el entrenamiento.
Cuando entrenamos, en nuestros músculos se da lugar a la síntesis proteica, siendo prácticamente nula en comparación con la pérdida que se produce. Es por esta razón que se dice que el entrenamiento es un proceso catabólico.
Debemos entender que no toda la proteína que ingerimos en las comidas se utiliza para la síntesis proteica de nuestros músculos aunque entrenemos, de hecho, la cantidad de proteína para construir músculo es realmente baja, ya que el contenido de proteína a nivel muscular es de solo un 16.4%(5)
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Aún así, ¿se puede perder músculo si no comemos cada 3 horas? La respuesta es unánime:
No mientras consumas la cantidad de proteína adecuada. 
Ejemplo de ello es el famoso ayuno intermitente. Una dieta basada en la filosofía del Ramadán, en la cual sólo realiza una comida al día. Aunque se han realizado centenares de estudios sobre ello, he elegido este que nos pone en una situación idonea: Sujetos saludables sin sobrepeso que realizan ejercicio(7).
En dicho estudio se observó la variación corporal que sufrían durante la época de Ramadán, obteniendose el siguiente resultado:ramadanActiveBodyComp
Como podemos observar se perdió casi un 3% de grasa y su musculatura apenas se vió afectada. De hecho, tal como se observa en otros estudios (9) aunque estemos más de 24h sin ingerir proteína (protocolo ADF o alternative day fasting en el cual se está más de 24h sin ingerir comida) nuestro tejido libre de grasa apenas sufre cambio.
F1.medium (1)
Obviamente, este tipo de patrón alimentario no es muy viable en nuestro mundillo en el cual se suele hacer de 5 a 8 comidas diarias para evitar esa “pérdida muscular” e intentar potenciar la ganancia muscular de la mayor forma posible. Sin embargo, no hace falta realizar 8 comidas al día para desarrollar una buena musculatura, de hecho, con realizar 3 comidas es suficiente.
Esta teoría fue demostrada en la universidad de Oslo, en el cual 16 hombres y 11 mujeres se dividieron en dos grupos:
  • Un grupo A en donde ingerían todas sus calorías en 6 comidas
  • Un grupo B en donde ingerían todas sus calorías en 3 comidas.
La ingesta consistía en 1.5-1.7g de proteína/kg/día y 5-7g de carbohidratos/kg/día. Los participantes realizarían un entreno de fuerza 4 veces por semana durante 12 semanas.
El resultado del estudio fue el siguiente:
lbmComo podemos observar, el grupo que realizó 3 comidas(línea azul) tuvo una mayor ganancia de músculo que la que hizo 6 comidas (linea rosa), de hecho, tal como vemos a continuación, la ganancia de fuerza fue mayor en la de 3 comidas.
asd
Personalmente opino que las ganancias o pérdidas musculares serán muy similares al realizar 4 ó 6 comidas al día. El catabolismo no sólo no es contraproducente, si no que incluso puede llegar a ser beneficioso al ayuda al recambio célular. Hay que recordar que aunque metas toda tu proteína en tres comidas, aportarás la cantidad suficiente de aminoácidos para que el cuerpo trabaje a nivel muscular adecuadamente, sin importar que pasen 3 ó 5 horas por comida hasta que vuelvas a ingerir la ración de proteínas.
Ya sabéis, sin catabolismo no hay síntesis proteica (Bentzinger study. 2013). Un saludo a todos

Fuentes

  • (1) Increased intestinal amino-acid retention from the addition of carbohydrates to a meal.Deutz NE, Ten Have GA, Soeters PB, Moughan PJ.
  • (2)Effect of the pattern of food intake on human energy metabolism.Verboeket-van de Venne WP, Westerterp KR, Kester AD.
  • (3)Meal frequency and energy balance.Bellisle F, McDevitt R, Prentice AM.
  • (4) Acute dietary protein intake restriction is associated with changes in myostatin expression after a single bout of resistance exercise in healthy young men.Snijders T, Verdijk LB, McKay BR, Smeets JS, van Kranenburg J, Groen BB, Parise G, Greenhaff P, van Loon LJ.
  • (5) THE PROTEIN CONTENT OF MUSCLE J. Biol. Chem. 1916, 25:185-188.
  • (6) Muscle Protein Breakdown and the Critical Role of the Ubiquitin-Proteasome Pathway in Normal and Disease States1,2Stewart H. Lecker*, Vered Solomon*, William E. Mitch†, and Alfred L. Goldberg*,3
  • (7) Effects of Ramadan Fasting on Biochemical and Anthropometric Parameters in Physically Active Men
  • (8) The Meal Frequency Project : The effect of meal frequency on body composition during 12-weeks of strength trainingHansen, Øyvind

domingo, 13 de septiembre de 2015

Mitos sobre el ayuno intermitente y mi método favorito


ayuno
Hace años que hablo del ayuno intermitente, pero con pocas pruebas científicas. Al principio nos basábamos principalmente en modelos animales, la experiencia práctica y la lógica evolutiva (nuestros antepasados no hacían seis comidas al día).
Varios años después, la evidencia a favor del ayuno intermitente es mucho más sólida. Tenemos estudios de calidad en humanos, incluso una revisión sistemática, la cima de la jerarquía científica.
jerarquiaevidencia
¿Y qué es lo menos relevante? La opinión de expertos. Concuerdo.
Hoy repasamos brevemente sus beneficios, los mitos que perduran y los métodos más populares.

Beneficios del ayuno intermitente

Hemos hablado del tema, así que seré breve:
  •  Aumenta el SIRT3, la proteína de la juventud (estudio) y reduce la mortalidad (estudio).
  • Favorece la autofagia (estudio), otro de nuestros sistemas antienvejecimiento (detalle). También en el cerebro (estudio).
  • Reduce indicadores de inflamación (estudio).
  • Reduce los triglicéridos y mejora el perfil lipídico (estudioestudioestudioestudio).
  • Mejora la plasticidad neuronal (estudio).
  • Limita el crecimiento de células cancerígenas (estudio) y hace más tolerable la quimioterapia (reporte).
  • Promueve la pérdida de peso reteniendo la masa muscular. Veremos estudios en un momento.
A pesar de la evidencia, los “expertos” siguen con su receta clásica: 3 comidas principales y 2 meriendas. Sáltate una de ellas, nos dicen, y las consecuencias serán devastadoras. Por algo su opinión está en lo más bajo de la pirámide anterior 

¿Qué pasa cuando no comes durante 24 horas? Mito vs Realidad

Revisando algunos artículos de Internet, los argumentos en contra del ayuno son los típicos.

Mito 1: Tu metabolismo se ralentiza

Esta idea tiene su origen en estudios con ratones, pero hay dos problemas:
  1. Un ratón tiene una vida corta (2-3 años). Un ayuno de un día en un ratón equivaldría quizá a más de una semana en un humano.
  2. Los ratones tienen muy poca grasa, y son más sensibles a los déficits calóricos. Por el contrario, los humanos somos los mamíferos con más % de grasa.
Curiosamente, en nosotros el ayuno provoca un ligero aumento del metabolismo (estudio), en parte por la liberación de noradrenalina. Es una adaptación evolutiva: motivación para salir a cazar.
Por supuesto, un ayuno prolongado sí ralentizará el metabolismo (un 8% a los tres días según este estudio). Es lógico, sabiendo que la leptina tarda varios días en reducirse lo suficiente como para que el hipotálamo reaccione, regulando a la baja el gasto energético (más detalle).
De hecho, como vimos en este artículolo que ralentiza el metabolismo es precisamente un periodo prolongado de dieta hipocalórica, justo lo que te recomiendan. Ups.

Mito 2: Quemas músculo

Cuando tu cuerpo ha consumido todos los aminoácidos en sangre y el glucógeno almacenado, empieza a usar las reservas de proteína, tus músculos, para convertirlas en glucosa (vía gluconeogénesis). Debes evitar este proceso, pero afortunadamente no ocurre en las primeras 24 horas de ayuno. Un par de ejemplos:
  1. Este estudio concluye que el ayuno intermitente retiene más masa muscular que un enfoque tradicional hipocalórico (con pérdida de grasa similar).
  2. Otro estudio con ayuno intermitente en adultos obesos encuentra que es efectivo para la pérdida de peso, logrando incluso aumentar la masa muscular. Este estudio comparaba además el resultado de ayuno intermitente con un enfoque alto en grasa (45% de calorías totales) contra otro moderado en grasa (25% de calorías totales). El alto en grasa logró mayor ganancia muscular y pérdida de grasa. Interesante.
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Una posible limitación de estos estudios es que están realizados en personas con sobrepeso, ysabemos que la grasa protege el músculo.
¿Qué ocurriría en personas con mucho músculo y poca grasa?
Según este estudio en culturistas musulmanes, ayunar durante el mes de ramadán no genera pérdida de masa muscular. Puede deberse en parte al aumento de la hormona de crecimiento que genera el ayuno (estudio), al papel protector de la autofagia (estudio) y a la reducción de la miostatina (estudio), que inhibe el desarrollo muscular.
Las compañías de suplementos invierten mucho dinero en promocionar la necesidad de ingerir 20g de proteína cada 3 horas para no catabolizar. Su sueño sería que todos tomaran batidos de proteína en las meriendas. Créeme, no es necesario.
Pero más no es mejor, un ayuno prolongado sí es peligroso para el músculo. Tu nivel de tolerancia dependerá del glucógeno acumulado y la actividad física realizada, pero en general no recomiendo ayunar más allá de 24-36 horas. Huye de las dietas detox de 4-5 días, por ejemplo.

Mito 3: Te baja el azúcar

El cuerpo está diseñado para mantener el nivel adecuado de glucosa en sangre. Cuando comes produces insulina para eliminar el exceso de glucosa. Cuando ayunas produces glucagón para liberar glucosa almacenada. Comer con frecuencia para controlar externamente la glucosa en sangre no es necesario. Puedes dedicar tu tiempo a cosas más productivas.
De hecho, en personas con resistencia a la insulina, el ayuno intermitente ayuda a recuperar la sensibilidad en mayor medida que la restricción clásica de calorías (estudio).
En otro estudio, personas con diabetes tipo II respondieron mejor a un enfoque de dos grandes comidas al día que seis pequeñas. También sabemos que el ayuno intermitente es efectivo contra problemas metabólicos (estudio).
Quizá la única excepción sería personas con hipoglucemia. No he encontrado estudios específicos del efecto de ayunos intermitentes en este colectivo, pero serían los únicos para quienes aumentar la frecuencia de comidas podría ser recomendable (está por comprobar).

Mito 4: No rendirás en el entrenamiento

El impacto del ayuno en el rendimiento depende de muchos factores, como el tipo de actividad física, la duración del ayuno y el nivel de adaptación, pero hay muchos ejemplos donde no se materializa esta pérdida de rendimiento (estudio), una vez adaptado.
Revisiones de estudios en atletas musulmanes durante el Ramadán muestran resultados inconsistentes. Las pruebas de resistencia se ven más afectadas, pero hay que considerar que durante Ramadán se restringen también los líquidos durante el día, por lo que es difícil saber qué efecto se debe al ayuno y cuál a la deshidratación diurna. En cualquier caso las variaciones son pequeñas.
Lo cierto es que entrenar en ayunas (con glucógeno bajo) favorece adaptaciones que no se darían si entrenas siempre con las reservas llenas. Aquí hablo más del tema.

Mito 5: Tendrás hambre, dolores de cabeza e irritación…

Es posible que todo esto ocurra, la primera vez. Como todo, es un tema de adaptación (estudio).
Pero hay mucha evidencia en contra de repartir la comida en muchas pequeñas ingestas:
  • Este estudio concluye que aumentar la frecuencia de comidas incrementa el hambre.
  • Otro estudio apunta a que puede promover una mayor ingesta calórica.
Mi experiencia: lo más importante para mejora la adherencia (y por tanto el éxito) es quedarse saciado cuando comes. Si comes 1.800 calorías al día y las divides en 6 ingestas, te quedan comidas de 300 calorías. Resultado: hambre constante.
Respecto a la irritación, es subjetivo, pero hay estudios que indican que el ayuno intermitente mejora el humor y síntomas de depresión (estudioestudio).
Personalmente me irritaría mucho más tener que preparar seis comidas al día y no quedar nunca saciado. El ayuno intermitente representa una gran liberación mental y de tiempo.

Mito 6: Engordarás

Sencillamente absurdo. Múltiples estudios demuestran que el ayuno intermitente ayuda a perder grasa, mejor en general que las dietas hipocalóricas clásicas (estudioestudio).  Revisiones recientes ya lo reconocen como  una estrategia efectiva para adelgazar.
La justificación de algunos es que al saltarte una comida se acumulará hambre y comerás el doble en la siguiente comida, pero sabemos que eso no ocurre (estudioestudioestudio).

Métodos para iniciarse

Hay muchas formas de iniciarse en el apasionante mundo del ayuno intermitente. Hagamos un repaso rápido de las principales, y mi favorita.

Ayuno 12/12

Salvo que te levantes por la noche a saquear la nevera, todos hacemos ya ayuno intermitente. Lo llamamos dormir. Una forma de aumentar sus beneficios es haciendo esta ventana de ayuno un poco más larga, por ejemplo de 12 horas.
Puedes lograr esto cenando antes o desayunando un poco más tarde. Si terminas de cenar a las 8pm y desayunas a las 8am del día siguiente, han sido 12 horas de ayuno. Suficiente para experimentar muchos de sus beneficios.

Ayuno 16/8

Autodescriptivo: 16 horas de ayuno y 8 horas para la ventana de alimentación. Hay dos enfoques populares:
  • El propuesto en el libro Perfect Health Diet, que representa un enfoque sencillo, con pocas reglas. Puedes usar este enfoque a diario o seleccionar algunos días a la semana.
  • Leangains, orientado a los interesados en entrenamientos de fuerza. Dado que considera el entrenamiento, es más complejo: ciclado de carbohidratos, entrenamiento en ayunas, concentración de calorías en el post-entreno, suplementación con BCAA etc.
Hugh Jackman utilizó este enfoque para convertirse en Lobezno, comiendo de 10am a 6pm. No le fue mal.
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Evolución de Lobezno al incorporar ayuno intermitente :-)

Ayuno en días alternos

Uno de los enfoques más estudiados científicamente, en parte por su fácil implementación. Consiste en alternar días donde comes normal (hasta la saciedad, sin contar calorías) con días donde te limitas a 500-800 calorías, en una única comida.
Es una forma fácil de perder grasa sin preocuparse por las calorías y, como vimos al hablar de las recargas, esta oscilación calórica minimiza la ralentización del metabolismo cuando haces dieta.

Eat Stop Eat

Consiste en incorporar uno o dos ayunos de 24h a la semana, con la única condición de que no sean seguidos. Un par de ideas:
  • De 8pm a 8pm. Por ejemplo cenas un lunes y te saltas desayuno y comida del martes.
  • De 8am a 8am. Por ejemplo desayunas un jueves y no comes nada hasta el desayuno del viernes.
Con 24h obtienes todos los posibles beneficios del ayuno, no es necesario alargarlo más.

Ayuno del cazador 

Personalmente es el que sigo, me he inventado el nombre, y consiste en no seguir ningún metodo. Nuestros antepasados no comían 6 veces al día, pero tampoco contaban las horas de ayuno. Si había suerte con la caza comían, si no ayunaban.
cazador
En la práctica, implica simplemente saltarse comidas de vez en cuando, por motivos de agenda, trabajo, viajes o simplemente porque decides desayunar un café con aceite de coco y esperar a la comida. Se trata de recuperar una relación natural con la comida y con su ausencia. Una vida menos regimentada.

¿Es para todos?

En principio sí, pero como todas las herramientas, es más útil en unos casos que en otros.
Por practicidad, hay casos donde es difícil implementarlo de manera regular:
En estos casos, un ayuno 16/8 de vez en cuando o saltarse alguna comida aleatoria (al estilo cazador) es suficiente.
Hay casos donde recomiendo cautela:
  • Si has tenido una relación tempestuosa con los alimentos o has sufrido desórdenes alimenticios (anorexia, bulimia…), no hagas ayunos largos. Un régimen más estructurado puede ser recomendable al principio.
  • Por último, aunque la mayoría de mujeres tienen buenas experiencias con el ayuno intermitente, hay indicios de que en general no responden tan bien como los hombres (estudio). Si después de algún intento no terminas de encontrarte bien, o tus períodos se vuelven irregulares, no insistas.

Advertencia

Todo lo bueno en exceso es malo, y esto aplica también al ayuno. Recuerda que funciona a través de hormesis (pequeños estresores que nos hacen más fuertes).
hormesisayuno
Fuente: http://journal.frontiersin.org/article/10.3389/fnagi.2013.00048/full
Al llegar a cierto umbral, has obtenido todos sus beneficios. Si persistes, el beneficio es menor y, a partir de cierto momento, es perjudicial (principalmente por la pérdida muscular).
El punto óptimo depende de cada persona, aunque 16-24 horas parece ser lo ideal. Sin embargo, si lo juntas con otros estresores (físicos o emocionales) la tolerancia de tu cuerpo será menor.
Empieza poco a poco, 12/12 al principio, saltándote después alguna comida aleatoria, probando más tarde con 16/8 y por último embarcándote en algún ayuno de 24h.
Recuerda también que en todos los casos puedes ingerir líquidos: agua, infusiones, café…

A cada cosa su importancia

Algunos buscan en el ayuno el santo grial de la salud pero, a pesar de sus beneficios, no es la panacea.
Hacer 6 comidas al día con buenos alimentos es mejor que hacer ayuno intermitente con comida basura.
Si dudas entre empezar a hacer ayunos intermitentes o empezar a entrenar, el ejercicio te ayudará más.
Si dudas entre dormir 7-8 horas o hacer ayunos, dormir bien te aportará más beneficios.
En resumen, veo el ayuno intermitente como una ayuda interesante cuando los tres pilares anteriores están ordenados: alimentación, entrenamiento y descanso. Hay que empezar por la base.